Anunciada en el
Génesis, en el mismo momento en que nuestra estirpe se exilió del Paraíso perdido, y al que esperamos volver...
La fiesta en su honor podría haber empezado a celebrarse en España en el siglo VII con ocasión de la Descensión de la Virgen ante
Ildefonso, representada en varios lugares de la catedral de Toledo. La primera literatura castellana de
Gonzalo de Berceo recrea en cuadernas vías, la casulla de San Ildefonso.
En el
siglo XV empezó el juramento de la Inmaculada en muchas
Universidades: París, Salamanca, Valencia, Granada, Sevilla...
En el siglo
XVI se la declaró protectora de la
Infantería por los sucesos del Tercio de Bobadilla en 1585.
Felipe IV la proclamó Reina de España, y
Carlos III en
1760 la hizo
Patrona de España.
Cuando
Pío IX definió el dogma en
1854, quiso poner en la Plaza de España en Roma una imagen de la Inmaculada, reconociendo a España como el pueblo que más había hecho en su defensa por toda la Cristiandad.