Aquí está el Palcio de Hernán Cortés en Cuernavaca. Ha tenido muy diversos destinos según las épocas, y actualmente es un museo. Debo reconocer que me emocioné en Cuernavaca no sé por qué. Comí en un restaurante llamado España, visité la catedral que necesita ser rehabilitada y restaurada, y me dirigía al palacio de Cortés cuando al llegar a la plaza del zócalo sonaban canciones de Serrat. Y yo veía todo ese increíble mestizaje que te va marcando la vida según te adentras en la piel de México, y me pareció que el tiempo es un suspiro y que podía tender mi mano y estrechar la del conquistador español entre los lugareños de aquella plaza.
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