Cuando, polvo, con lluvia y primavera,
trepe por la raíz y al sol me asome,
acaso vagarán mis pensamientos,
entre el perfume limpio de las flores?
Y si una abeja un día me hace miel,
y paso a las entrañas de otros hombres,
¿será capaz algún cerebro ajeno,
de recordar el eco de mi nombre?
Sé que todo está escrito. Sé, Dios mío,
que volveré a vivir cuando me nombres.
Pero dime, Señor, hasta ese día...
¿dónde estará mi pensamiento? ¿Dónde?
fragmentos de sendas de luz. Juan Jusdado 1925-1999)
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